Antoni Ruiz

El oficio de instalador no atrae a los jóvenes

El mes de septiembre supone el comienzo de un nuevo curso académico; los alumnos de los distintos niveles educativos, incluyendo los que asisten a los centros de formación profesional, retornan a las clases, con mayor o menor ilusión. Es un buen momento, por ello, para retomar un “viejo” problema en el ámbito del instalador que está adquiriendo dimensiones muy preocupantes en los últimos tiempos: la falta de profesionales jóvenes.

En este contexto, las asociaciones profesionales de instaladores están llamando la atención sobre esta cuestión de manera cada vez más más notoria. Sus empresas asociadas se encuentran con dificultades incluso para acometer proyectos ante la falta de técnicos formados adecuadamente. Lo que parecían sombras lejanas son ahora nubarrones, un problema que alcanza niveles críticos.

Desajuste entre oferta y demanda

La evidencia se ha tornado pues más alarmante; se está produciendo un desajuste de oferta y demanda, que es mucho más pronunciado en el ámbito de la formación profesional, como han reflejado varios medios en este mes de septiembre, entre ellos El País o El Español.

Contratistas, ingenierías o empresas instaladoras, tanto grandes como pymes, están buscando casi a la desesperada expertos en electromecánica, especialistas en venta de energía y en energía fotovoltaica, así como perfiles de oficios técnicos como electricistas o instaladores de climatización y de gas.

En síntesis, en España acusamos un problema de falta de perfiles técnicos; en la actualidad las empresas demandan ya más alumnos de formación profesional que universitarios, como reconocen en el Ministerio de Educación. Para mayor ironía, “Electricidad” y “Electrónica” son los segundos estudios con mejor salida profesional. ¿Por qué nos hallamos en esta situación?

El sector de las instalaciones no ofrece atractivo para incorporar jóvenes profesionales.
El sector de las instalaciones adolece de falta de atractivo para incorporar talento joven.

El oficio de instalador no está de moda

Una primera cuestión de fondo que se palpa es que el oficio de instalador, de electricista, no está de moda, no atrae a los jóvenes cuando deciden emprender sus estudios o iniciarse en el plano laboral; a pesar de ofrecer buenas remuneraciones y no tener dificultades a la hora de encontrar empleo.

Es curioso que en países de nuestro entorno, como Alemania o Francia, alcancen una proporción del 60 % de técnicos en su tejido empresarial y España solo llegue al 25 %. Quizás el término de electricista o instalador conserve un rasgo peyorativo entre los jóvenes; estos suelen optar por estudios con más atractivo social (diseño gráfico, disciplinas audiovisuales, etc.).

En esta situación, habría que preguntarse cómo se ve la profesión desde la sociedad, más allá de la mirada endogámica que suele predominar en el sector ¿Cómo perciben al instalador?, ¿cómo se imaginan el oficio?, ¿conocen su trabajo, su actividad habitual? ¿Acaso deberíamos utilizar entonces términos como asesor energéticoconsultor tecnológico o integrador para nombrar la profesión?

Es preciso potenciar y mejorar la formación profesional
Potenciar y mejorar la formación profesional es cada vez más urgente para paliar la escasez de profesionales en algunas actividades.

Así las cosas, se revela cada vez más urgente suprimir ese estigma, esa mala fama que arrastra la profesión entre las familias y los jóvenes, en general, que lo consideran un trabajo con escasa consideración. Una mala fama que, desde luego, no merece, sobre todo en un momento donde la electrificación, el autoconsumo o la movilidad eléctrica se erigen como fundamentales para el progreso del país.

¿Una cuestión cultural?

Entramos de lleno en lo que podríamos llamar una “cuestión cultural”. Para revertir esta percepción negativa del oficio, se precisa una actuación conjunta de Administraciones y empresas para lanzar acciones y campañas de comunicación pública que permitan mejorar la imagen externa del colectivo de instaladores.

A todo esto se une que España se caracteriza todavía por ser un país donde no hay movilidad geográfica. Las familias, por norma general, no quieren que sus vástagos se marchen lejos, a otra comunidad autónoma o región, a buscar una salida profesional, deseo natural que contrasta con lo que ocurre en otros países. La mentalidad tal vez debería cambiar pero las costumbres no son fáciles de modificar.

Quiero dejar constancia de la encomiable labor que realizan numerosas asociaciones sectoriales de instaladores, que luchan con sus recursos para afrontar este problema, pero que en muchas ocasiones batallan en solitario, como voces en el desierto, para ayudar a sus socios en la captación de mano de obra cualificada.

Potenciar la FP Dual parece que puede ayudar a mitigar este problema. El anteproyecto de la Ley Orgánica de Ordenación e Integración de la Formación Profesional, en tramitación en el Congreso, pretende seguir este enfoque, donde los alumnos tienen un contacto real con empresas, realizando prácticas remuneradas. Hay que destacar que el porcentaje de inserción laboral de los alumnos que han hecho la modalidad FP Dual, desde 2012 hasta hoy, es casi del 100 %, como ha destacado nuestro colaborador Toni Ruiz.

Si no se cubre esta demanda nos encontraremos con problemas muy serios; el país necesitará importar profesionales de otros países, como ocurrió con el boom de la construcción y las infraestructuras hace varios años.

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