No es una pregunta fácil. Lo sé.
Y, sin embargo, detenernos a reflexionar sobre ella puede abrirnos puertas que jamás habríamos imaginado.
Con el paso del tiempo he aprendido que el propósito no se encuentra tanto en el “por qué”, sino en el “para qué”.
Ese matiz lo cambia todo. Nos conecta con la acción, con el impacto, con la contribución.
Todos y todas hemos nacido con un propósito, algo único que podemos aportar al mundo. A menudo no se trata de grandes gestas, sino de pequeños gestos que transforman entornos, personas o momentos.
Y lo más poderoso: nuestro propósito está casi siempre ligado a los demás.

En mi camino profesional —ligado a la formación, los oficios y la promoción de la Formación Profesional Dual— he sentido muchas veces esa chispa que se enciende cuando lo que haces mejora la vida de alguien. Es entonces cuando uno comprende que va por buen camino.
No se trata de obsesionarse con encontrar ese propósito, porque no aparece cuando lo buscamos con ansiedad.
Aparece cuando cultivamos el terreno, cuando compartimos, cuando servimos, cuando inspiramos.
Esa ha sido y sigue siendo mi motivación: aportar valor desde la experiencia, desde los oficios, desde el acompañamiento y el compromiso.
Y también desde Construyendo Caminos Duales, un libro que no es un punto final, sino una brújula que sigue marcando dirección.
¿Y tú? ¿Ya sabes para qué estás aquí?
